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Piloto Toyota |
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Registrado: Lun, 05 Nov 2007 1:45 pm Mensajes: 39
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Pues eso, que me he animado y os coloco el aburrido discurso que os di el año pasado. (Supongo que lo recordaréis, )
SUERTE O, SABIDURÍA y CAPACIDAD DEL GENERAL
Todos conocéis mi opinión sobre este juego y sabéis como pienso que en un porcentaje muy, muy alto, la suerte es el factor decisivo que decide la posición que ocupamos cada uno. Y para corroborar este punto de vista os voy a remitir a un hecho histórico, del cual se ha conocido toda la verdad gracias a la carta de una persona que en él participó y que fue hallada en unas recientes excavaciones arqueológicas en
Pompeya. En esta carta se aporta un punto de vista muy parecido al mío (sobre los efectos del azar en el devenir de las cosas) referido a unos hechos que han marcado la historia de la humanidad.
Paso a transcribiros directamente del latín lo que aparece escrito en la carta. Desgraciadamente, la carta no se pudo recuperar completa y algunos fragmentso se han perdido y tenemos que dejar a nuestra imaginación los hechos que en estos fragmentos podrían haber sido narrados:
Ahora que he acabado mi ronda y todo parece que rezuma la paz que sólo el silencio y una noche fría pueden dar, yo, Cayo Flato Lincecillum escribo esta carta en la que pretendo dejar para mi familia los recuerdos de lo que fui, soy y mañana dejaré de ser.
Mi padre nunca hubiese imaginado la existencia que su hijo iba a tener, pues para ser el único vástago de un acaudalado comerciante de especias de Roma, con palacete en el Quirinal y asiento 3 filas más abajo que los cónsules en el teatro romano, las cosas no salieron como él esperaba: ¡¡ convertirme en el sucesor de la cadena de especierías!!
Desde pequeño fui educado junto con los hijos de las mejores familias de Roma, por los mejores preceptores y filósofos griegos de la ciudad.
De hecho, mi padre me compró un esclavo de Atenas para instruirme en el arte de la retórica y la dialéctica, con la idea de convertirme en un futuro, gracias al dinero y a una posible buena boda, en senador de la república. Para esto también hube de practicar en los campos de Marte, durante interminables mañanas, las artes de la lucha, a cuerpo, espada y a caballo, y a decir verdad, especialmente en el arte de la espada, destacaba entre mis compañeros.
Aunque realmente lo que a mi me apasionaba era la filosofía y el afán de conocimiento y sabiduría que esta conlleva.
Debido a esta afición (y por enseñanza que había recibido de mis maestros griegos) cuando cumplí los 21 años pedí a mi padre que me financiara un viaje hasta los más recónditos lugares de la república para encontrar aquello que algunos filósofos creían que brotaba de un pequeño río en la Galia Transalpina: la sabiduría. Sabiduría que se adquiría con sólo beber las aguas de ese río.
Y hacia allá me encaminé con mi caballo, llamado Trotador y una bolsa de monedas más que pesada, amen de cartas de recomendación y crédito. La verdad es que el río no estaba muy bien identificado por los filósofos, así que, una vez llegué a la región donde se suponía debía estar dicho río, hube de comenzar a probar las aguas de cada corriente con la que me cruzaba.
Esto obró un importante cambio en el conjunto que formabamos el caballo, mi bolsa de dinero y yo. Ya que, al beber aguas de lugares donde los lugareños no querían ni acercarse, contraje todo tipo de enfermedades que colapsaron mis conductos externos y que sólo eran aliviadas por líquidas y veloces deposiciones.
Debido a esto mi bolsa empezó a menguar rápidamente, pues había de pagar a médicos, sanadores y druidas para intentar aliviar mis penurias anales, aunque el resultado fue más bien pobre, ya que por lo general, tras una visita a uno de estos correctores de humores internos, lo único
que conseguía era que las líquidas y veloces diarreas cambiaran de color. Y unido a esto está el hecho, de que cada episodio de estas, era precedido por una amplia e indiscriminada traca aérea proveniente de mi trasero y que poco tenía que envidiar a los truenos de las tormentas de verano, cosa que al ocurrirme varias veces cerca de mi caballo Trotador, creó en él una especie de reacción violenta a este sonido (a decir verdad, no sé si era el sonido u otra cosa ....) de manera que comenzó a suceder que cada vez que el episodio me ocurría, el caballo salía espantado, galopando, encabritado y dando saltos.
Lamentablemente para mi, en una de las ocasiones en las que tuve uno de los ataques de mi enfermedad, me encontraba encima del caballo.
El orden de lo que ocurría en estos momentos siempre era el mismo: estruendo interno de mis conductos, fuerte dolor abdominal que me obligaba a poner las manos en él para paliarlo, seguido de estruendosas detonaciones y rápidas eyecciones de la sustancia coloreada.
El caso es que en esta ocasión al oír la detonación mi caballo salió al galope trotando, saltando y coceando y yo, con las manos en el abdomen y las riendas sueltas, no pude evitar caerme y dar con una piedra del camino por el que transitaba, a resultas de lo cual quedé inconsciente.
No sé cuanto tiempo estuve en este estado, lo cierto es que empezó a despertarme el sonido de unas voces a mi alrededor. Recuerdo claramente lo que allí escuché:
- Y qué hacemos con este romano -decía uno - Pues lo que hacemos con todos, robarle la bolsa, darle por el culo reiteradamente y luego cortarle la cabeza. - No sé si es buena idea - terció otra voz, cosa que me tranquilizó. Por el olor, este hombre tiene diarrea - prosiguió- será mejor sólo cortarle la cabeza y llevarnos el dinero.
La verdad es que esta última intervención acabó de sacarme de mi sopor y puso unas gotas de sudor en mi frente. Afortunadamente para mí, y tras quitarme la bolsa de monedas, mis asaltantes salieron despavoridos.
Pronto comprendí la razón, allá a lo lejos se veía el estandarte de una legión romana, la V Julia Gemela. Como más tarde me contó el médico de la legión (tras, únicamente y a pesar de sus árduos esfuerzos, cambiar nuevamente el color de mis líquidas y veloces diarreas) no es que fuesen a rescatarme, sino que simplemente pasaban por allí camino del encuentro con su general el gran Julio César.
Así que sin otra cosa que hacer, y sin medios para mantenerme por mi mismo, decidí alistarme en esta legión. Una vez comprobadas mis habilidades con la espada por el tribuno mayor de la legión, este decidió nombrarme decurión de la 2ª centuria, ya que esta había perdido el suyo en la última batalla que acababan de librar con los galos y en la que esta legíon había perdido también muchos hombres.
Gracias a todo esto, dos días después me encontraba formado con mi legión frente del gran Julio César. Se dirigió a nosotros para explicarnos cómo se proponía conquistar toda la Galia para mayor gloria de la república y de su propio nombre, y como muchos moriríamos en el empeño, pero que no nos preocupásemos, porque nuestro nombre siempre sería recordado (¿?).
Bueno, aquello no era muy prometedor, pero lo era mucho más que desertar y tardar 2 meses en volver a Roma, por polvorientos caminos, donde por los que yo sabía, sólo había gente dispuesta a robarme y darme por el culo reiteradamente.
Así que sin comerlo (quizás sí por beberlo) me encontré metido en plena guerra.
Lo que ocurrió después fueron 2 años recorriendo polvorientos caminos y por los que había miles de galos dispuestos a cortarme el cuello (y a darme por culo en cuanto me quitasen la espada o algo similar).
Afortunadamente para mi, tanto mi general como mi espada eran bastante buenos y fuimos nosotros, los que cortamos muchos cuellos, robamos mucho y, algunos de los nuestros también dieron mucho por culo.
Así fue como, dando mandobles a diestra y siniestra, llegué a ser Tribuno Mayor de la V Julia Gemela, y como he llegado a formar parte del estado mayor de Julio César.
-------------------------------- aquí hay u na pérdida del material ................................................
Y de esta forma hemos llegado a esta situación: Hemos creado un cercado que rodea la ciudad gala de Alexia, donde tenemos cercados a 80.000 galos mandados por el jefe de todos los galos, Vercinguetórix.
Sin embargo, hemos tenido que crear rápidamente un segundo cerco para protegernos de los 250.000 galos que nos han rodeado desde fuera.
Así , sería mejor decir que 36.000 romanos nos encontramos rodeados por 80.000 galos por dentro y 250.000 por fuera del cercado.
En el estado mayor se han discutido muchas posibilidades, pero todas nos llevan a un fracaso y Julio César ha decidido que si hemos de morir, lo hagamos defendiendo los cercos.
En opinión de todos, tras nuestra derrota los galos se dirigirán a Roma, y muy probablente la destruirán hasta en sus cimientos. Mi misión esta noche es revisar que todas las defensas estén dispuestas, e intentar encontrar zonas débiles que fortificar.
Realmente, todos sabemos que si la torre que está situada en la zona más alta del cercado, donde tenemos emplazadas las ballestas y desde donde se domina gran parte de batalla cae en poder de los galos, la derrota es segura.
En cualquier caso, espero que mi familia sepa que me comporté como se esperaba de mi, y que dejo este mundo en paz, y solamente con un pequeño desarreglo en mis conductos internos.
---------------------------------- otra pérdida de material ..........................................
Ni yo mismo puedo creerme lo que he hoy ha sucedido en el campo de batalla. Ha sido la victoria definitiva sobre los galos y con ella, toda la Galia cae bajo el yugo de la república romana. Sin duda, los libros de historia hablarán en el futuro de las inteligentes disposiciones del general Julio César y del infinito valor de sus legionarios. Sin embargo, tal y como lo he vivido yo, la realidad dista mucho de ser esta.
Los hechos sucedieron de la siguiente manera:
Tras el amanecer, una primera orda de galos de la ciudad asaltaron rápidamente la parte interna de la valla, y allá acudimos para repelerlos.
Sin embargo, esto sólo era una maniobra para distraernos, pues el gran ataque vendría instantes después desde el cerco externo en la zona donde nos temíamos, cerca de la torre de Ballestas. La forma usual en la que realizan un ataque los galos es más o menos siempre la misma:
Para cada asalto a un cerco, los galos nombran a un jefe montado a caballo y hacia donde se dirige este, allá van todos. En el primer ataque los galos logran destruir la empalizada externa proxima a la torre y sólo en el último instante el hecho de que llegaramos 200 legionarios a la zona impidió que estos tomasen la torre.
Sin embargo, rápidamente un segundo jefe toma el mando de los galos y se dirige a la brecha, aunque intentábamos detenerlos, era imposible, eran muchos más y su presión nos podía, el jefe a caballo se aproximó a mí mientras ordenaba en su lengua a sus soldados, me sorprendí mucho al darme cuenta de que el caballo que montaba era Trotador.
No sé si por asociación de ideas, en ese momento, empecé a sentir un profundo dolor en mi bajo abdomen que me hizo soltar la espada y el escudo para poner mis manos allí, a renglón seguido, varias profundas y ruidosas rachas de ventosidades salieron de mi trasero.
Trotador, que sin duda guardaba recuerdos de que era aquello, se giró y salió corriendo y brincando, los galos al ver que su jefe volvía grupas y huía hicieron lo mismo siguiéndolo y los nuestros al ver esto salieron tras ellos.
La carnicería que vino a continuación fue tremenda, tan sólo 3.000 galos se salvaron de esa masacre.
Roma se ha salvado para la posteridad y Julio César podrá crear un imperio. Y mi pregunta és ¿cuál ha sido la causa de esto? La suerte o el saber del general.
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